A 50 kilómetros de la Ciudad de México, se encuentra localizada Teotihuacan, los
aztecas la llamaron Ciudad de los Dioses, calificativo que anticipaba la magia
y atractivo que mantendría muchos siglos después de su extinción. Este pueblo
con encanto cuya fama se debe a su gran zona arqueológica sigue siendo venerado
por muchos.
La
Zona Arqueológica de Teotihuacan, según el mito,
fue elegida por los dioses para crear el centro del universo. Para entrar a
esta zona arqueológica, se debe recorrer un camino de tezontle. Al llegar, se camina sobre la Calzada de los
Muertos para poder llegar a donde se encuentra la pirámide de la Luna. En un
extremo se encuentran la Pirámide de La Luna y al otro, el Templo de
Quetzalcóatl.
Si te encuentras en cualquiera de estos extremos, tu
perspectiva te permitirá observar los diferentes palacios, templos y
construcciones en una extraordinaria armonía geométrica como por ejemplo la
Ciudadela. Ahí puedes ver los vestigios de las residencias de los sacerdotes y
gobernantes; al oriente de la ciudadela encontrarás el templo de Quetzalcóatl,
que se encuentra decorado majestuosamente por esculturas de cabezas de
serpientes emplumadas y otras figuras con atribución a Tláloc.
La plaza y pirámide
del Sol son en conjunto un paisaje realmente impactante pues de inmediato
puedes imaginar un poco cómo se vivía en aquellas épocas al subir la pirámide
del sol y poder observar todo el plano arqueológico que rodea a ésta pirámide,
lo cual es asombroso. Tiene una altura de 64 metros. A sus pies, se encuentra la
plaza donde se suponen estaban las habitaciones de los sacerdotes encargados de
realizar los rituales. La Pirámide del Sol con sus más de 160 escalones, sigue
siendo motivo de diversas ceremonias pues es un importante centro energético
que se presta para hacer diferentes rituales como en el día del equinoccio de
primavera para el cual, Teotihuacan es uno de los lugares favoritos de
mexicanos y extranjeros que se maravillan con esta cultura.
La pirámide de
la Luna. Ubicada al extremo norte de la Calzada de los Muertos, se compone de
13 basamentos dispuestos alrededor de la plaza, incluidos dos grandes altares
centrales. Estos depósitos rituales se
encuentran enmarcados por el sacrificio de varios individuos, acompañados de
diversos animales y cientos de artefactos, como cuchillos, puntas y excéntricos
de obsidiana, cerámica, así como ornamentos de jadeíta y concha.
Actualmente
los vendedores ambulantes, en su mayoría residentes de San Juan Teotihuacan, (cómo
ahora es llamada esa zona a raíz de la conquista de los españoles) ofrecen
distintos “souvenirs” al público que
asiste a admirar ésta zona arqueológica, entre ellas destacan las figuras y
máscaras de barro, jade y obsidiana que imitan a las elaboradas en el periodo
prehispánico.
Sin
duda es un lugar que mexicanos y no mexicanos tienen que visitar una, dos, o
las veces que sean necesarias por lo que hoy en día significa, sentir
orgullo de tener en nuestro país vestigios de una historia y de varias culturas
prehispánicas que mucho tienen que ver con lo que somos y de lo que
representamos.
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